sábado, noviembre 23, 2024
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Urge un cambio de mentalidad

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Por: María Alejandra Nuño Ruiz Velasco*

Esta semana recordamos los atentados terroristas en Estados Unidos y el 50 aniversario del golpe de Estado de Chile, ambos acontecidos el 11 de septiembre.

Pero también este fin de semana un grupo de ocho jóvenes universitarios golpearon a Ernesto Calderón en la ciudad de Puebla, un joven que les reclamó por haberle arrojado una cerveza a él y a su acompañante. 

Lamentablemente, ese caso no es aislado. Entre otros, podemos recordar el de marzo pasado, ocurrido a Norma Lizbeth Ramos Pérez, una estudiante de tercero de la Secundaria 518 en Teotihuacán. La joven de 14 años, que era víctima de “bullying” desde hacía tiempo, fue agredida por una compañera de clase y ello le causó la muerte.

También hemos visto casos de violencia colectiva ligados a fanáticos del deporte (particularmente futbol), como lo ocurrido hace dos semanas cuando aficionados del Monterrey golpearon a dos paramédicos; el terror en el Estadio de la Corregidora en el juego entre el Atlas y el Querétaro el año pasado; o la golpiza al joven de 21 años seguidor de los tigres Rodolfo Manuel Palomo Gámez en 2021. También tenemos al joven de 15 años, trabajador en un Subway en San Luis Potosí fuertemente golpeado por el sujeto autodenominado “el Tiburón” por pedirle que se formara en la fila.

Nuevamente, las personas jóvenes protagonizan historias de violencia en este país, que tanto espera que nuestras nuevas generaciones puedan contribuir a transformar nuestra realidad de forma positiva y es que los chicos que están protagonizando estos hechos (como victimarios o víctimas) bien pueden ser nuestros hijos, sobrinos, hermanos, amigos, vecinos o compañeros de clase o de trabajo, como bien me compartía mi hermana Rocío, a quien le mando un fuerte abrazo.

Pero, precisamente por hechos tan reprobables e indignantes como estos es que también obviamos otros que nos muestran que de las adversidades y las crisis podemos encontrar esperanza. Y aquí retomo dos noticias, ligadas también a los deportes.

A principios de esta semana supimos de la renuncia de Luis Rubiales a la presidencia dela Real Federación Española de Fútbol y en vicepresidencia de la UEFA. Tras semanas de mentiras y escándalos por el actuar sin disculpa real del más alto directivo del futbol español en la final del mundial femenil de ese deporte, hemos visto también la solidaridad de un sinnúmero de actores con Jennifer Hermoso con el futbol femenil español, incluyendo la propia Organización de las Naciones Unidas con varios excepcionales posicionamientos al respecto.

Hemos visto la renuncia colectiva de 86 jugadoras de esa selección (entre ellas, las 23 campeonas) si continuaban las mismas autoridades deportivas.

Hace un año, esta exigencia, junto con la demanda de mejores condiciones laborales, fueron calificadas por la propia Federación como un golpe de Estado. Ahora, con condiciones muy distintas, las seleccionadas nacionales abren un nuevo capítulo por la igualdad en el deporte español.

Por otra parte, tenemos la conmemoración de la igualdad salarial en el tenis, como se recordó en días recientes a partir de la celebración del Abierto de tenis en Estados Unidos. Quien le dio el trofeo de ganadora en la rama femenil Coco Gauff fue una de las mejores jugadoras en la historia del tenis, Billie Jean Moffitt King, quien, entre muchos otros logros, no solo protagonizó en 1973 el partido conocido como la Batalla de los sexos contra Bobby Riggs -a quien venció-, sino que ese mismo año amenazó con boicotear el Abierto de Estados Unidos si no se garantizaba que mujeres y hombres recibieran la misma cantidad monetaria como premio. Es así es como, hace 50 años, el Abierto de Estados Unidos se convirtió en el primer gran torneo (grand slam) en ofrecer igualdad en las remuneraciones.

Termino mi comentario recordando que este viernes, 15 de septiembre, celebramos el día de la democracia, que este año está dedicado a “Empoderar a la próxima generación”, centrándose en el papel esencial de la juventud en el progreso de la democracia y la necesidad de garantizar que sus puntos de vista se incluyan en las decisiones que afectan profundamente a su mundo.

Como dije al inicio, esperamos mucho de estas generaciones. Tal vez demasiado. Tal vez es una carga injusta, pero, al igual que lo acontecido en las dos historias narradas de jóvenes empoderadas, de la crisis puede surgir la esperanza. Dice la ONU que “Un electorado comprometido y bien educado es el núcleo de las sociedades democráticas fuertes” y que “es fundamental crear un entorno en el que los jóvenes comprendan y sientan que su voz cuenta.”

El desafío que tenemos es pensar en cómo construimos o re-construimos este país, aprovechando nuestras crisis, e incluyéndonos a todos.

Es mi comentario de hoy. Hasta la próxima semana.

* Directora del Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia “Francisco Suárez, SJ” del ITESO

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