sábado, noviembre 23, 2024
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Esperanza lejos de casa

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Por: Alejandra Nuño Ruiz Velasco *

Quisiera invitarnos a imaginar qué haríamos si somos perseguidos por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social o por sus opiniones políticas. Qué haríamos si, estando en otro país, decidimos quedarnos en él porque sentimos amenazas contra nuestras vidas, seguridad o libertades, “debido a casos de violencia generalizada, conflictos internos, violaciones masivas de derechos humanos u otras circunstancias que hayan causado disturbios del orden público.”

Estas son las formas por las cuales una persona puede considerarse como refugiada, según la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados y la Declaración de Cartagena sobre los Refugiados. Una persona o una familia que, a causa de las circunstancias mencionadas, viaja a otro país y ahí pide protección internacional.

Pero también pueden darse las mismas circunstancias y otras más como el cambio climático, en las cuales una persona o una familia no quieran viajar a otro país, pero tengan que mover, de manera urgente y forzada, su residencia. En este supuesto se encuentra una persona desplazada.

En reconocimiento a ambas situaciones que hacen a personas dejarlo todo y huir a otra parte, es que el 20 de junio es conocido como el Día Mundial del Refugiado, para honrar a las personas refugiadas y desplazadas en todo el mundo.

Con esta efeméride, las Naciones Unidas, buscan “enaltecer la fortaleza y el coraje de las personas que se han visto obligadas a abandonar su hogar para escapar de conflictos o persecuciones. El Día Mundial del Refugiado -dice la ONU- es una ocasión para fomentar la comprensión y la empatía hacia las personas refugiadas y desplazadas en consideración de las difíciles circunstancias en las que se encuentran; asimismo, la fecha permite reconocer su capacidad de resiliencia en la reconstrucción de sus vidas. El tema del Día para este 2023 es ‘Esperanza lejos de casa’.”

De acuerdo con el informe titulado: “Tendencias globales 2021” del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), para finales de ese año, “el total de personas que habían sido forzadas a abandonar sus hogares por conflictos, violencia, temores de persecución y violaciones a derechos humanos en todo el mundo llegó a 89,3 millones, lo que la convierte en la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial. El ACNUR ha afirmado que “Con la guerra de Ucrania, la cifra se incrementa a los 100 millones”. Lo anterior significa que, actualmente, una de cada 78 personas en el planeta ha sido forzada a huir.

México es uno de los países que más reciben personas refugiadas en el mundo. De acuerdo con el ACNUR, nuestro país se posicionó en quinto lugar con un total de 118,000 registros el año pasado. Los países que lo superaron fueron: Estados Unidos, Alemania, Costa Rica y España.

Lamentablemente, no todas esas solicitudes son aprobadas. De acuerdo con la síntesis de estadísticas migratorias emitida en este mes de junio por la Unidad de política migratoria, registro e identidad de personas de la Subsecretaría de Derechos Humanos, Migración y Población, de enero a abril de 2022 se registraron 6,662 personas a las que se les concedió la residencia permanente por reconocimiento de la condición de refugiado, mientras que, en el mismo periodo, pero de este año fueron 5,531. De ellas, el 52.9% son hombres y el 47.1% mujeres. Las tres nacionalidades más recurrentes son: Honduras (con casi un 60% de la totalidad de personas refugiadas), seguida por Venezuela (con un 14%) y El Salvador (con un 13.2%).

Pero en el país también hay un fuerte problema de desplazamiento forzado, razón por la cual se ha instado al Congreso de la Unión a adoptar una ley general en la materia que, para 2021 solo en Jalisco generó 1,090 personas desplazadas en municipios como Teocaltiche o Quitupan, según la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos.

En estos casos, es fundamental la empatía con las personas refugiadas y desplazadas; personas que dejaron todo en sus lugares de origen para protegerse a sí mismas y a los suyos. En esta ocasión retomo la propuesta de reforma legislativa del Grupo de Acción por la No Detención de Personas Refugiadas, para reformar varias leyes (incluida la Constitución), con el fin de eliminar la detención migratoria de personas refugiadas, solicitantes de asilo o con necesidades de protección internacional, puesto que “merecen vivir en libertad mientras dan seguimiento a sus procedimientos migratorios y de asilo.”

En estas y otras problemáticas, los legisladores deben recordar que, antes que integrantes de partidos o de la clase política, son servidores públicos y deben cumplir con labor, ya sea en la adopción de leyes, la rendición de cuentas o el nombramiento de funcionarios.

* Directora del Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia “Francisco Suárez, SJ” del ITESO.

 

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