sábado, noviembre 23, 2024
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Persistir en la memoria para sobrevivir a las negligencias en la búsqueda de los tres estudiantes desaparecidos del CAAV

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Por: Dalia Souza / @DaliaSouza y Darwin Franco / @DarwinFranco
www.zonadocs.mx

Javier Salomón Aceves Gastélum, Marco Francisco García Ávalos y Jesús Daniel Díaz García, estudiantes de la Universidad de Medios Audiovisuales (CAAV) fueron desaparecidos el 19 de marzo de 2018 por presuntos elementos de la Fiscalía General de Jalisco en el municipio de Tonalá.

 A un año de su desaparición, sus familiares, amigos y compañeros del CAAV se sienten en el mismo punto, ya que lo único real que tienen es su ausencia que no ha dejado de sentirse desde hace 365 días; la justicia dicen no conocerla porque aquella versión oficial donde se aseguró que los estudiantes habían sido asesinados y disueltos en ácido, no la creen ni la comparten.

Este texto es un testimonio colectivo de quienes siguen en pie de paz buscando a Salomón, Marco y Daniel; es la resistencia que persiste en las familias y al interior del Colectivo de Acción Artística; el cual no ha dejado de buscarles pese a que “la verdad histórica” impuesta por las autoridades de Jalisco, por un momento, apagó sus voces pero no la esperanza que quieren ver florecer en el “Jardín de la memoria” que hoy yace en la Glorieta de las y los desaparecidos de Jalisco.

La imagen de los jóvenes en la glorieta de los Desaparecidos.

La mañana del 20 de marzo de 2018, un profesor del CAAV invitaba a sus alumnos a no ser indiferentes frente a las desapariciones. Uno de los estudiantes alzó la mano para hablar y al hacerlo recordó que no podían ser ajenos porque uno de sus compañeros estaba desaparecido. El profesor se sorprendió y preguntó cuál era el nombre del estudiante.

“Es el pelirrojo, mire es él, se llama… Salomón”, precisó mientras señala en el celular la ficha de búsqueda que se elaboró tras haber sido desaparecido junto con sus compañeros Marco y Daniel, el 19 de marzo de 2018, esto después de haber finalizado una grabación en el fraccionamiento Colinas de Tonalá, ubicado en el municipio del mismo nombre.

Los tres jóvenes desaparecieron cuando de regreso a casa fueron interceptados por un grupo de hombres armados, presuntamente integrantes de Fiscalía, quienes los obligaron a tirarse al piso para después llevárselos por la fuerza a bordo de las camionetas negras en las que viajaban. Esta información fue confirmada por testigos que también habían acudido a la grabación y que observaron cuando se llevaron a los tres estudiantes de cine.

“¿Cómo que se los llevaron? ¿Qué fue lo que pasó? Fueron las preguntas que les hice mientras seguía mirando atónito el celular con la foto de Salomón… ese fue un momento muy terrible porque yo les estaba hablando de las desapariciones y no podía creer que esto nos estuviera pasando aquí en el CAAV”, recordó Carlos al rememorar cómo fue que de la noche a la mañana su vida se volcó a la búsqueda de sus alumnos.

Muy pocos de los compañeros de Salomón, Daniel y Marcos se habían involucrado en acciones o protestas sociales; sí habían acudido a marchas por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, pero no sabían a bien cómo articularse para visibilizar lo que les estaba pasando, así que optaron por lo que mejor saben hacer: piezas audiovisuales.

Con la fuerza de sus testimonios hicieron pública y viral, la desaparición de sus tres compañeros. La emotividad del video rápidamente colocó el rostro de los estudiantes de cine en todas las redes sociales digitales y en diversos medios de comunicación locales, nacionales e internacionales. Con ello, no sólo visibilizaron la desaparición, sino también la inacción de las autoridades en su búsqueda.

La idea de realizar la primera marcha, del 22 de marzo de 2018, surgió de manera espontánea, así que bastó con proponerlo para que toda la comunidad se volcara a la tarea de organizar la primera de las 12 manifestaciones que realizaron en menos de un mes.

Hablaron con los padres de los tres chicos, y se acordó que las familias de Daniel y Marco estarían presentes; llamaron a los colectivos de desaparecidos, y Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco (FUNDEJ), aseguró que acompañarían la manifestación; buscaron a sus pares en otras universidades, y sociedades de alumnos de escuelas públicas y privadas, anunciaron que estarían ahí para la exigencia de búsqueda inmediata. La manifestación ese día partió del CAAV hacia la Glorieta de los Niños Héroes, misma que a la postre sería renombrada como la Glorieta de las y los desaparecidos de Jalisco.

“Desde ese día, el tiempo ha pasado muy lento. Yo he estado hablando con los padres de mis compañeros y resulta muy difícil estar viviendo en recuerdos que ni siquiera me pertenecen, sino que les pertenecen a ellos, y que yo recupero para hablar con sus papás sobre cómo eran en clase; por ello, es complicado seguir en la escuela porque de repente llegan los recuerdos de golpe…”, precisó una de las compañeras directas de Salomón, Daniel y Marcos, quien tras su desaparición y junto con otros alumnos, profesores y ciudadanos solidarios crearon el Colectivo de Acción Artística (COAA), instancia que ha organizado, desde entonces, todas las acciones públicas en torno a su desaparición.

La marcha significó que, por vez primera, muchos jóvenes se reconocieron en los rostros de Salomón, Daniel y Marcos; es decir, se vieron a sí mismos como posibles desaparecidos; de ahí, que no fuera casualidad que el grito que acompañó (y sigue acompañando) la búsqueda de los jóvenes cineastas fuera y dentro de Internet sea: “No Son Tres, Somos Todos”.

Javier Salomón Aceves, de 25 años, es originario de Mexicali, Baja California; Marco Francisco García Ávalos, de 20 años, es de Tepic, Nayarit; y Jesús Daniel Díaz García, de 20 años, nació en Los Cabos, Baja California Sur. Los tres migraron a la capital de Jalisco para convertirse en cineastas y semanas antes de su desaparición sus sueños se revitalizaron tras escuchar a Guillermo del Toro en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.

La lucha por la búsqueda y el duro golpe de la autoridad

800 jóvenes se congregaron aquel 22 de marzo alrededor de la Glorieta de los Niños Héroes; jóvenes que después se multiplicaron en miles más que hicieron posibles 12 manifestaciones, entre el 22 de marzo y el 24 de abril de 2018. Esto significó el mayor número de protestas realizadas en Jalisco por la desaparición de personas, desde el 2013.

En aquella ocasión, Sofía Ávalos, madre de Marco, tomó la palabra para exigir a las autoridades y a quienes se los llevaron que “los regresaran con vida porque aquí los queremos y amamos, no se vale que una gente que no tiene corazón los haya privado de su libertad. Ni mi hijo ni sus compañeros son delincuentes, todos son estudiantes”.

Vicky, madre de Daniel Díaz, en lo alto de la glorieta encomendó a su hijo y compañeros a Dios: “Estos jóvenes son personas con talentos que serán encontradas, confiamos en que las autoridades harán su trabajo para que cada uno de ellos recupere su libertad”.

Ellas aún no sabían que la confianza en las autoridades, la perderían un mes después; cuando, el 23 abril de 2018, el gobierno que les prometió localizar a sus hijos -sin pruebas contundentes-, informó que a los tres jóvenes les habían quitado la vida y que no había manera de recuperar sus cuerpos porque éstos habían sido disueltos en ácido.

Quienes estaban escuchando sus testimonios también ignoraban que ese mensaje sería una gran bofetada en el ánimo de quienes por vez primera se organizaron para ver regresar a sus compañeros, pero también sería un duro golpe para quienes rompieron el miedo de hablar sobre las desapariciones en los ámbitos públicos y privados a través del COAA.

Todos ignoraban que en lugar de estructurar “una búsqueda a tope” -como prometió el exgobernador, Aristóteles Sandoval, cuando aseguró que resolvería la desaparición de los estudiantes en 15 días-; lo que tendríamos sería nuestra propia verdad histórica, como pasó con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Todo esto se desconocía, incluso, cuando en la marcha del 24 de marzo de 2018, se renombró a la Glorieta de los Niños Héroes como: la Glorieta de las y los Desaparecidos de Jalisco, misma que albergó a la manifestación más grande en torno a la desaparición de los tres estudiantes del CAAV, pues durante el recorrido entre dicha Glorieta y las instalaciones de la Fiscalía General de Jalisco, ubicadas en la Calzada Independencia, se contabilizaron a más de 3 mil 500 personas.

Fue en esa marcha donde la Fiscalía General de Jalisco coptó a las familias de los tres jóvenes cineastas, ya que desde que entraron a recibir información sobre el avance de las investigaciones; los integrantes del Colectivo de Acción Artística (COAA) y la propia comunidad estudiantil del CAAV, los dejaron de ver y, por consecuencia, ya no estuvieron presentes en ninguna otra acción, ni siquiera en aquella que se realizó tras conocer la versión oficial de los hechos.

En ese mismo día también apareció en la escena pública, María Lina Gutiérrez, quien fue asesora jurídica de las tres familias; ésta, a diferencia de las familias, sí estuvo presente en la conferencia de prensa donde la Fiscalía colocó en la opinión pública, los resultados de la investigación sobre la búsqueda de los tres jóvenes. Ahí avaló la versión oficial siendo que las familias ya habían señalado que no estaban de acuerdo, ya que consideraban que Fiscalía quería, tras anunciar la muerte de los jóvenes, cerrar la investigación y su búsqueda.

No callaron por omisión, sino por una decisión propia porque la comunidad COAA y CAAV, sabían que era el momento de agruparse y abrazarse, ya que la desaparición de sus compañeros los fracturó y la postura de la oficial golpeó profundamente su ánimo: “Tocaba construir hacia adentro porque debíamos reconstituirnos para seguir haciendo del arte nuestro medio de memoria, lucha y esperanza”, expresó una de sus integrantes.

La verdad histórica al estilo Jalisco

En conferencia celebrada el 23 de abril de 2018, la Fiscalía General de Jalisco afirmó que Javier Salomón Aceves Gastélum, Marco Francisco García Ávalos y Jesús Daniel Díaz García, estudiantes del CAAV, desaparecidos desde el 19 de marzo de 2018, fueron asesinados y sus cuerpos disueltos en ácido por integrantes del crimen organizado.

A través de un video, las autoridades de Jalisco mostraron una línea de tiempo con la que explicaron qué fue lo que pasó después de que los jóvenes fueran desaparecidos entre el kilómetro 19 y 20 del nuevo Periférico Oriente, en el municipio de Tonalá, por presuntos policías; sin embargo, tras las pesquisas, se dijo que no eran policías sino integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) que portaban placas y uniformes apócrifos.

La Fiscalía precisó que a través de 400 entrevistas, 15 cateos en diversos domicilios y la confesión directa de dos de los ocho responsables de los hechos, la desaparición de los jóvenes sucedió por una confusión pues el lugar donde éstos realizaron una filmación escolar (el día de su desaparición), había fungido como casa de seguridad de integrantes del Cártel de la Nueva Plaza (grupo que se creó tras una escisión del CJNG en la zona); específicamente, de Diego Gabriel Mejía Oliden, detenido el 15 de julio de 2015 tras habérsele localizado en ese mismo domicilio armas de alto calibre y droga.

A pesar de este hecho, el domicilio no fue incautado o asegurado por la autoridad pues, en 2016, fungió como domicilio del Centro Especializado en Conductas y Adicciones para Jóvenes y Adolescentes (CECAAJ), tal y como puede apreciarse en su página de Facebook, en la cual aparece poca información sobre este centro; sin embargo, su dirección y las fotografías colocadas ahí coinciden con lo presentado por la Fiscalía General de Jalisco.

Este domicilio, a decir de la autoridad, era propiedad de Mejía Oliden; sin embargo, éste utilizaba prestanombres para acreditar la propiedad; uno de ellos era Edna, tía de Javier Salomón Aceves Gastélum, quien fue detenida por lenocinio y después fue liberada tras no haberse comprobado los delitos que se le imputaban como administradora de diversas estéticas masculinas. La Fiscalía, aseguró, que algunas de estas estéticas eran propiedad de Mejía Oliden; sin embargo, esto no se pudo comprobar frente al juez del caso.

Edna, según la versión oficial, fue quien facilitó a los estudiantes del CAAV el domicilio para grabar su tarea escolar; sin embargo, los estudiantes desconocían que éste estaba siendo vigilado por integrantes del CJNG quienes pensaban que Mejía Oliden podría regresar ahí.

La Fiscalía, sin embargo, no ofreció datos para saber si el señalado estaba o no a días de recobrar su libertad, lo cual habría generado la vigilancia de sus rivales, o si dicho domicilio seguía siendo utilizado por la delincuencia organizada. Su dicho quedó en señalar que era un domicilio vigilado y que los estudiantes tuvieron la mala fortuna de encontrarse en un lugar de “alto riesgo en el momento menos indicado”.

Cuando los estudiantes salieron de este sitio, se trasladaron por el nuevo Periférico Oriente y entre el kilómetro 19 y 20, uno de los vehículos en los que viajaban tuvo una avería; ahí fueron interceptados por sus captores, quienes luego se someterlos a todos sólo se llevaron a Javier Salomón, Marco Francisco y Jesús Daniel.

Los tres jóvenes, según confesaron los detenidos Gerardo N. y Omar N., fueron trasladados a una casa de seguridad ubicada en la calle Lechuza, en la colonia Pinar de Las Palomas en Tonalá, donde fueron golpeados y torturados para obtener información del por qué estaban en el domicilio y qué información tenían sobre sus rivales. Hoy se comprobó que ninguno de los tres jóvenes tenía vinculación con la delincuencia organizada.

En esa casa de seguridad, según la versión oficial, los estudiantes fueron golpeados, razón por la cual se encontraron allí rastros hemáticos que resultaron positivos con la información genética de Marco Francisco García Ávalos y Jesús Daniel Díaz García; sin embargo, de Javier Salomón Aceves Gastélum no se encontró registro hemático en este domicilio.

Los hoy procesados por el delito de privación de la libertad (no por desaparición) también confesaron que de ese lugar, los estudiantes fueron trasladados a una segunda casa de seguridad ubicada en Amapola, colonia Rancho de la Cruz también en Tonalá, donde aparentemente fueron asesinados y sus cuerpos disueltos en ácido.

En dicho lugar, la Fiscalía aseguró haber localizado 46 tinacos y 56 litros de ácido sulfúrico, comúnmente utilizado por la delincuencia para disolver cadáveres; sin embargo, esta instancia no presentó los resultados de los análisis forenses realizados a los restos biológicos localizados en dichos tinacos o en las tuberías del domicilio; sus inferencias lógicas, basadas en la declaración de los detenidos y en los hallazgos localizados en el lugar, les hizo concluir que los estudiantes pudieron tener este triste final, así lo precisó en reiteradas ocasiones, Elizabeth Torres, encargada de la investigación.

Lo cierto es que, a la fecha, no se han presentado los resultados de las confrontas entre el material genético localizado (más de 20 perfiles) y las muestras de ADN otorgadas por las familias de los estudiantes; la aseveración de que los cuerpos de los estudiantes fueron disueltos en ácido fue algo que la Fiscalía General de Jalisco no logró sostener científicamente en su rueda de prensa, aunque en ella y en el video utilizado se señalara que: “los estudiantes fueron privados de su libertad con la finalidad de dañarlos, para quitarles la vida, y posteriormente sus cuerpos fueron disueltos en ácido”.

Ramón García, padre de Jesús Daniel, señaló la falsedad de dicha versión, ya que éste por experiencia laboral sabe cómo funcionan los materiales químicos. Por ello, insistió con la Fiscalía y al Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses para que le dijeran qué tipo de químicos se utilizaron para supuestamente disolver el cuerpo de los jóvenes; ahí se enteró que fue ácido sulfúrico, el cual no se puede comprar en cualquier lado ni se puede utilizar en cualquier recipiente sólo en aquellos de alta resistencia al calor: “los tambos que mostraron en las fotografías no hubieran aguantado el ácido, se hubieran roto”, precisó.

Para él todo se trata de una falacia porque sabe que: “el ácido transforma la materia, pero no la destruye. Si yo echo una botella, pierde la figura de botella, pero abajo queda residuo molecular…; así que no puedo creer eso de que ya no quedó nada para cotejar con nuestro ADN, esto para mí es una gran mentira, y por eso les pedimos pruebas científicas que, a la fecha, no han sido otorgadas”.

La Fiscalía General de Jalisco nunca presentó más información sobre las pruebas genéticas que supuestamente se tomaron en el lugar donde se les privó de la vida a los tres estudiantes, pero sí otorgó información sobre la detención de cinco de los siete presuntos responsables: Eduardo Giovanni “N”, alias “El Cochi”; Christian Omar “N”, alias “El Cuba”; Jonathan Alejandro “N”, alias “El Kalimba”; así como Miguel Ángel “N”, alias “El Tun Tun”. Sobre los no detenidos; uno de ellos, “alías el Canzón”, falleció; mientras que sobre el último responsable, no se ha informado su nombre para no entorpecer las investigaciones.

A partir de que la Fiscalía General de la República (FGR) atrajo el caso, se anunció que se analizarían las carpetas de investigación y las pruebas presentadas por el ministerio público para determinar la culpabilidad de los presuntos implicados, ya que se sospecha de “violaciones al debido proceso e, incluso, de la comisión de actos de tortura”.

Al respecto, el actual Fiscal General, Gerardo Octavio Solís, precisó: “La posibilidad de que obtengan la libertad es una de las circunstancias que se pueden dar, lo que nosotros hemos precisado es que hubo una falta de profesionalismo al momento de llevar a cabo algunas de las diligencias de las investigaciones que esperamos no trasciendan”, expresó.

Le arrebatamos al Estado un espacio para recordar a nuestros desaparecidos

Los integrantes del Colectivo de Acción Artística (COAA) consideran que uno de los mayores logros de sus acciones públicas es que ahora la ciudad tiene un espacio para recordar sus seres queridos: la Glorieta de las y los desaparecidos.

Un espacio que, pese a que algunas instancias estudiantiles han utilizarlos con fines políticos, ha sido la propia ciudadanía la que se lo ha apropiado para seguir evidenciando que existen más de 7 mil personas desaparecidas en Jalisco.

La Glorieta de las y los desaparecidos ha sido utilizada por grupos feministas (como pasó con marcha del 8 de marzo de este año); por las familias víctimas de la violencia (como en el caso de Elizabeth y Tadeo, víctimas del ataque perpetrado contra el ex Fiscal, Eduardo Nájera), pero principalmente por las familias que con o sin adherencia a algún colectivo, cada semana van a colocar ahí sus lonas de búsqueda.

En la glorieta existen poco más de 30 lonas con los rostros de quienes no han regresado a casa. Algunos de ellos, incluso, desaparecieron en otros estados como Colima o Nayarit, pero sus familias consideran que en Jalisco podrían obtener alguna pista sobre su familiar.

“En la Asamblea Inter-universitaria que se armó después de la desaparición de los compañeros del CAAV fue cuando se decidió que tomaríamos la Glorieta, y que lo haríamos por nuestros compañeros y por todos los desaparecidos que existen en el estado…”, precisaron en el COAA, insistiendo que la idea de arrebatarle al Estado un espacio tenía como fin que nunca nadie más negara a la existencia de las y los desaparecidos.

Por ello, decidieron edificar  ahí el “Jardín de la Memoria”, el cual es un anti-monumento vivo que está compuesto por tres grandes macetas que representan a Salomón, Marco y Daniel, y en cuya base están escritos los nombres de mujeres y hombres desaparecidos en el estado: “Quisimos tener un espacio vivo, un jardín, porque la búsqueda debe siempre priorizarse en vida y queremos que las familias vayan a la glorieta a buscar vida y que ésta la encuentren en un espacio que sólo es posible mantenerlo vivo sino olvidamos a quienes están ahí. Quisimos sembrar vida, no muerte”, explicaron los integrantes del COAA.

Abrazados a la esperanza y a lo que saben realizar, el COAA también tiene en mente la creación de un documental que retraté la desaparición de sus tres compañeros, y que sitúe la exigencia de los padres frente a la verdad histórica que les impusieron, pero también desean impulsar una “Red contra la Desaparición Forzada”, para seguir extendiendo el lema: “No Son Tres, Somos Todos”.

Saben que tienen que persistir en la memoria a través del arte porque ese es el camino que eligieron para encontrar a sus compañeros; en consonancia, las madres de Marco y Daniel, también anunciaron que persistirán en su exigencia de búsqueda y justicia, pues están seguras de que las autoridades federales, evidenciarán el mal trabajo de la Fiscalía General de Jalisco y, con ello, echarán abajo “la verdad histórica” que insiste en señalar que los jóvenes cineastas (sus hijos), no están desaparecidos sino muertos.

“Ellos deben regresarnos a nuestros hijos con vida, ya que es así como se los llevaron y es así como siempre debieron buscarlos; su verdad histórica caerá porque no hay elementos científicos que comprueben lo que señalaron…”, concluyó Vicky, madre de Daniel.

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