Desde su fundación hace 49 años, el periódico Tonalá de Hoy ha tratado de cumplir su objetivo de informar y orientar.
Hasta 1971, nuestra comunidad carecía de un medio periodístico que se ocupara de pulsar el sentir cotidiano de los tonaltecas.
Quien esto escribe trabajaba como reportero en el periódico El Sol de Guadalajara y esporádicamente y en sus páginas escribía algunas notas referentes a nuestra población, de acuerdo con la benevolencia del director Fernando Martínez Réding.
De ahí nació la inquietud de crear un medio en el que sus editores y la sociedad tonalteca expresaran sus inquietudes y dieran cuenta de los hechos más sobresalientes de su vida diaria.
Marcos Arana Cervantes se aventuró a la tarea, sin medir las consecuencias sociales, económicas, políticas y familiares que provocaría tamaña osadía. ¿Por qué osadía?, se preguntarán muchos. Muy sencillo, porque nadie en sus cinco sentidos se hubiera atrevido a echarse al agua sabiendo a duras penas nadar.
Socialmente, la nuestra era una sociedad pequeña agrupada en unas cuantas manzanas alrededor de la Plaza Principal y, concretamente, del templo parroquial Santiago de Tonalá. ¿A quién importaría un periódico propio si la mayoría de la gente andaba preocupada por medio mantenerse, no por leer periódicos?
Económicamente, hacer un periódico cuesta dinero y más hace casi medio siglo. ¿Cómo se sostendría, si el fundador ganaba un sueldo de 14 pesos diarios como reportero?
Políticamente, Tonalá era un coto cerrado en poder de las centrales obreras CTM y CROC que se turnaban en el poder municipal. Un periódico local no sería bien visto y mucho menos apoyado por la autoridad local.
Familiarmente, la única creyente fiel era Angelita Cervantes Campechano. Sin más respaldo que sus rezos y su esfuerzo personal alentó la obra.
El párroco Carlos González Becerra, sabio, santo y vigilante enérgico del comportamiento social de sus feligreses, vio con buenos ojos la empresa. Pero hasta ahí.
El profesor Alfonso Bautista Segura, director de escuela; el dirigente de cajas populares J. Guadalupe Navarro Coral, el empleado del Seguro Social, J. Trinidad Arana Cervantes, prestaron sus nombres para colaborar como Jefe de Redacción; jefe de Circulación y Publicidad; y como administrador, respectivamente.
Por supuesto, su apoyo principal fueron sus colaboraciones escritas y su relación amistosa con vecinos que pagaron los primeros anuncios. Lo demás correspondió a la sociedad que pagaba 50 centavos por ejemplar a los voceadores, un grupo de chiquillos que a voz en cuello anunciaban el Tonalá de Hoy a la salida de las misas del Domingo y en la plaza y calles principales.
Angelita Cervantes Campechano y Marcos Arana Cervantes rentaron un cuarto ubicado en la esquina de las calles Francisco I. Madero y 16 de Septiembre, propiedad de la familia Mateos, donde, desde la noche del Sábado los editores doblaban y compaginaban los ejemplares para que desde la madrugada los voceadores los recogieran. A media mañana, liquidaban la venta en las “oficinas”, cobrando su comisión de 20 centavos por periódico. No había ejemplares devueltos, ni voceador que no pagara los periódicos que se había llevado a consignación.
Doña Angelita, en el curso de la semana entre sus clases de catecismo, la venta de algunas golosinas y la atención a sus amistades, que no eran pocas, recibía inquietudes y noticias de vecinos interesados en difundir algún hecho. Ahí llevaban sus datos los protagonistas de acontecimientos sociales y deportivos para ser publicados en el siguiente número.
Así fueron los inicios de la gran aventura de Tonalá de Hoy, cuyos detalles seguirá contando en próximas entregas. Claro, ahora con el adelanto de redes y medios electrónicos, con gusto recibo datos, correcciones, precisiones y aportaciones en general que ayuden a compartir con los lectores de ahora, lo que comenzó como una verdadera obra periodística artesanal.
Marcos Arana Cervantes.